Artur Más seguramente no tiene ningún amigo españolista, pero yo sí que los tengo. Mis amigos catalanes ahora están divididos en dos: independentistas y españolistas. Entre ellos ya no se pueden ni ver. Y yo en medio. Una de dos: O hacer malabarismos y decirles mentirijillas para que nunca coincidan en mis paellas, o poner un letrero en la puerta: “Aquí sólo se habla de arte, prohibido hablar de política”. Tendré que añadir al letrero: “Tampoco se puede hablar ni de religión ni de fútbol para disimular un poco. ¡La que han “liao”, Dios mío….!
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