La historia de cualquier lengua está llena de deformaciones, transformaciones, adaptaciones y composiciones de las palabras de una manera natural al hablar .
Por supuesto, la historia de una lengua es la historia de las palabras habladas, y paralelamente a esa historia, las lenguas que han desarrollado una escritura también han sido transformadas en las escrituras, pero de una manera más artificial e intencionada.
Hace unos días, un lingüista amigo, y euskaldun por cierto, me informaba de la etimología, aparentemente tan rara como el nombre de “Apodaka” pueblo de Álava. Pues como casi todo en la lengua vasca, como “cale” que no es más que “calle” ó “naturala” que no es más que “natural” o “parke” que no es más que “parque”, Apodaka, que parece palabra salida de de las cavernas prehistóricas hace miles y miles de años, no es más que el latín traído a España por los soldados romanos “apud aquam” que significa “al lado del agua” que en la Edad Media se fue transformando en “apodaca” porque siempre ha sido un pueblo al lado del río del que se surtía para beber y para regar. Y ahora les ha dado por cambiar la letra “c” por la letra “k”. ¡Que le vamos a hacer...! Sabiéndolo, no tiene tanto misterio. Dentro de la historia de una lengua veinte siglos es poco tiempo.