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Se han venido divulgando últimamente invenciones y leyendas acerca del descubrimiento de América muchos lustros e incluso siglos antes de la llegada de Cristóbal Colón que fueron construidas por la imaginación desbordante de colonizadores y colonizados a partir del siglo XVI.
Cuando menos, serían piezas literarias de incalculable valor compuestas por los antiguos rapsodas del nuevo mundo y transmitidas oralmente hasta nuestros días, tales como que hombres blancos del Este llegarían con barbas para continuar las enseñanzas del símbolo de la Cruz, y de una virgen llamada María identificada con la Pacha-mama, madre del Salvador, etc.
Después de analizar tratados actuales sobre la historia de los Caballeros del Temple que yo considero serios, tales como las obras de Helen Nicholson, me he adentrado en “Los Comentarios Reales” de Garcilaso el Inca o los escritos de Bernal Díaz del Castillo en los que se subleva contra el cronista oficial Francisco López de Gómara quien, según testimonio directo de Bernal, inventa lo que le viene en gana y divulga lo que le llega de tercera o cuarta mano dando rienda suelta a su imaginación sin haber viajado jamás allende el Atlántico. Por el contrario, Bernal, con sus escritos, quiere dar fe de lo que fue testigo presencial para que nadie se lo falsifique.
Ya en los comienzos de estas lecturas encontré una “tesela literaria” que me llamó la atención y la guardé, porque podría ser una pieza de un gran mosaico. Efectivamente, a lo largo de mis lecturas fui encontrando más y más que iba relacionando con otras relativas no sólo a España sino a toda Europa y Asia, y así llegué a una visión de conjunto formada con las “teselas” dispersas y relacionadas entre sí con las que creo que se puede reconstruir el gran mosaico, y aventurarme, por lo menos, a abrir una línea de investigación, larga y penosa sin duda, pero necesaria. No se pueden dejar a un lado esas piececillas que se han ido esparciendo durante ocho siglos.
Tirando del hilo sigue saliendo hilo, pero todavía no he encontrado el ovillo entero.
Indiscutible es que cruzados, armenios y templarios eran íntimos colaboradores y que los unía la Cruz de Jesucristo. Esta es la base de la que partimos.
También es sabido ciertamente que los armenios fueron cruelmente perseguidos a muerte y expulsados de sus tierras desde el siglo X en adelante, y que se dispersaron despavoridos en oleadas por Europa y por todo el norte de África hasta llegar a Canarias.
También es indiscutible que los templarios detentaron el mayor poder económico del mundo, tanto que un solo detalle revela la magnitud: el rey de Francia les debía más que lo que valía todo el reino de Francia.
Es indiscutible que los templarios poseían el mayor tesoro de oro y plata del mundo, en cantidades ingentes, de manera que subvencionaban el “boom” de la construcción en Europa, más de 2000 grandes edificaciones construidas a la vez, en muy poco tiempo: catedrales, castillos, monasterios, iglesias.
Es indiscutible que en Europa, la actividad económica había sido agrícola hasta la Edad Media, y no había tantos especialistas en la elaboración de la piedra y de la madera, y sin embargo los armenios eran los grandes especialistas en estos oficios.
Es indiscutible que en los primeros años del siglo XIV, los armenios y los templarios siguen compartiendo la desgracia de ser perseguidos en toda Eurasia. Y como en toda persecución, en cualquier holocausto, los perseguidos tratan de ocultar sus identidades borrando toda huella que pueda identificarlos.
Es indiscutible que más de la mitad de templarios, entre 20.000 y 30.000 fueron ejecutados. La totalidad de los miembros de la Orden del Temple es discutida: mínimo 20.000, máximo 60.000. Insisto en que las cifras exactas no están claras. El resto huyó refugiándose en los lugares más insospechados.
Es indiscutible que nadie sabe nada del origen del topónimo de la ciudad “Caucasia” en la actual Colombia, cerca del mar Caribe, rica en minas de oro y plata. Lo que sí se sabe es que según una leyenda del Cáucaso , hubo un tataranieto de Noé llamado “Cauca” o “Caucas” ¿Llevarían este nombre los templarios y armenios hasta el Caribe? En todo caso alguien tendría que haberlo llevado después del descubrimiento de América en el año 1492. Pero después de 1492 no se tiene noticia alguna de relaciones de caucásicos con europeos.
Es indiscutible que la mayor parte del tesoro de metales preciosos desapareció con los huidos.
Si los templarios habían librado de la muerte y acogido a los carpinteros y canteros armenios, ¿no iban a devolverles el favor en lo que pudieran, al menos ocultándolos? En todos los holocaustos de la Humanidad, los amigos y cómplices han sido igualmente perseguidos a muerte…
Es indiscutible que desaparecieron, de repente, esos 20.000 ó 25.000 templarios huidos de la pena de muerte, con muchos de sus amigos, los armenios. No obstante, los lazos de armenios con los reyes europeos se siguieron manteniendo: recuérdese el rey armenio Levón V en Madrid. Después, tanto en Castilla como en Francia, estos lazos se perdieron cuando ya el imperio armenio no levantó cabeza.
La liberación de las mazmorras islámicas y la acogida del rey armenio por el rey de Castilla tampoco es discutida ni discutible.
Es indiscutible que la pieza más valiosa del tesoro templario no eran las cantidades ingentes de oro y plata que poseían, sino el madero de la Cruz de Jesucristo, del que extraían esquirlas para confeccionar ricos relicarios de oro con las astillas engastadas en ellos a los que llamaban la Vera Cruz, como la de Caravaca o la de Astorga y otras muchas.
Es indiscutible que las cruces referidas eran de doble brazo confeccionadas por orfebres, sin duda orientales: armenios y georgianos o por lo menos según sus diseños.
A pesar de que picaruelos medievales vendían esquirlas falsas cuyo peso total sería, si se juntaran, superior al de varias cruces de Jesucristo, los templarios tenían la auténtica Cruz que guardaban con rigor.
Es indiscutible que tanto el mayor trozo de madero, como el oro y la plata y toda la flota de carabelas templarias del Atlántico desaparecieron de repente y ya no se confeccionaron más relicarios con esquirlas de la Cruz de Jesucristo.
Es indiscutible que los antepasados de la madre del Inca Garcilaso adoraban la cruz paté de los templarios. En el capítulo XIX de “Los Comentarios Reales” dice:
“Tuviéron los reyes Incas en el Cozco una cruz de mármol fino de color blanco y encarnado que llaman jaspe cristalino, no saben decir desde qué tiempo la tenian. Yo la dexé el año de mil quinientos y sesenta en la sacristía de la iglesia Catedral de aquella ciudad, que la tenian colgada de un clavo, asida con un cordel que entraba por un agujero que tenia hecho en el alto de la cabeza. Acuérdome que el cordel era un arillo de terciopelo negro, quizá en poder de los Indios tenia alguna asa de plata ó de oro, y quien la sacó de donde estaba la trocó por la de seda. La cruz era quadrada, tan ancha como larga: tendria de largo tres quartas de vara antes menos que mas, tres dedos de ancho y casi otro tanto de grueso: era enteriza, toda de una pieza muy bien labrada, con sus esquinas muy bien sacadas, toda pareja labrada de quadrado; la piedra muy bien bruñida y lustrosa. Tenianla en una de sus casas reales en un apartado de los que llaman huaca, que es lugar sagrado. No adoraban en ella mas de que la tenian en veneracion: debia ser por su hermosa figura ó por algun otro respeto que no saben decir”.
Es indiscutible que los indios sabían acerca de Noé y del arca, de historia bíblica. Y de los principales dogmas cristianos, según dice el mismo Garcilaso de los antepasados de su madre indígena: “Que digan los Indios que en uno eran tres y en tres uno, es invencion nueva de ellos, que la han hecho despues que han oído la trinidad y unidad del verdadero Dios, nuestro Señor, para adular á los Españoles con decirles que tambien ellos tenian algunas cosas semejantes á las de nuestra santa religion como ésta y la trinidad, que el mismo autor dice que daban al sol y al rayo, que tenian confesores, y que confesaban sus pecados como los Christianos”
Observamos en los escritos originales de Garcilaso el Inca y de Bernal Díaz del Castillo otras muchas referencias por las que parece indiscutible la presencia de templarios y sus amigos armenios en América, ambos perseguidos a muerte en Europa, mucho antes del Oficial Descubrimiento de América, pero lo sacaremos a la luz cuando la certeza sea total y contundente.
No es indiscutible pero todo apunta a que son topónimos anteriores a la llegada de Cristóbal Colón tales como Caucasia, Cauca, Armenia, Antioquia…
Grijalba, Bernal Díaz del Castillo, Hernán Cortés se encontraron en México el topónimo “Vera Cruz”. Todos los topónimos y referencias a la Vera Cruz son anteriores al siglo XIV. Nada hay más incoherente que la interpretación oficial de que los conquistadores españoles del siglo XVI se aposentaron allí, en la ciudad de Vera Cruz, un viernes Santo y por eso le pusieron el nombre de VERA CRUZ al lugar de la costa de México porque Jesucristo murió en la Cruz Verdadera el día de Viernes Santo.
Hay una tesela curiosa para investigar: el nombre “…de los Caballeros” en la actual República Dominicana y en Guatemala. En Europa tal denominación se refiere a los caballeros templarios, como Jerez de los Caballeros, Turienzo de los Caballeros, Avila de los Caballeros, Egea de los Caballeros…
Ahora ya viene lo discutible separado por dos opiniones: a) las de los que viven, han vivido, se enriquecen y se han enriquecido sosteniendo los postulados oficiales, y b) las de los que vivimos de trabajar y haber trabajado en otras actividades a pesar de interesarnos en conocer los entresijos de la historia.
Todavía no estamos en condiciones absolutas de formular la teoría verdadera acerca del enriquecimiento súbito del Temple. Pero no es descartable que su gran secreto fuera la localización de las minas de oro y plata en el continente americano y que durante un siglo se estuvieran financiando con las ingentes riquezas que cada día dejaban boquiabiertos y estupefactos a los reyes europeos que ni por ensoñación podían imaginarlo.
Esto nos complica nuestra línea de investigación porque nos topamos con una verdad absoluta avalada por las facultades de Historia de todas las universidades, tesis doctorales, subvenciones cuantiosas e investigaciones oficiales. Y sin embargo nuestro hilo nos lleva a que el ovillo está en que los armenios y los templarios iban y venían de América 180 años antes que Cristóbal Colón.
Me he propuesto seguir buscando teselas de este gran mosaico, pero que no sean opinables sino seguras, constatables, ciertas. El terreno de lo opinable dejémoslo para el momento en que por mucho que busquemos no encontremos más rastros.
Todavía no considero suficientes las teselas que vamos encontrando para formular la teoría contundente, pero sí para tomar aire en el arduo camino hasta desentrañar el mayor secreto del Temple: el destino del mayor trozo de la Vera Cruz y del ingente tesoro de metales preciosos.
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Armenios y Templarios en América. (Una tesela más)
La he encontrado hoy leyendo un libro.
Poco a poco vamos añadiendo “teselas” al mosaico perdido. Hemos de tener paciencia:
El papa Nicolás IV, gran impulsor de la conquista de Jerusalén, sabía que los cristianos armenios participaban de sus mismas pretensiones de la conquista de los Santos Lugares. Como conocía que los templarios disponían de barcos y que los monjes hospitalarios también disponían de barcos, concibe la idea de reunir fuerzas y sugiere formar una gran flota con la que ayudar a los armenios. Con esa triple fuerza multinacional estaba seguro de que se conseguiría la conquista. Por otras razones fracasó ese intento pues sólo consiguió reunir un número pequeño de naves, pero no es este el tema que nos ocupa. Lo que sí nos ocupa es la trabazón y amistad de templarios y armenios, además, amistad impulsada por el mismo papa para emprender la ansiada conquista.
(Fuente: PETER W. EDBURY, “The Kingdom of Cyprus and the Crusades, 1191-1374”. Cambridge, Cambridge University Press, 1991)