Hoy he leído un cuento del tonto del pueblo que elegía un billete grande de 200 y despreciaba uno pequeño de 400. Pero el cuento desvirtuado responde a una historia verdadera acaecida en mi infancia y es la siguiente:
Cuando yo era niño había monedas de un real, moneda grande que valía 25 céntimos de peseta, y otra moneda la mitad de tamaño pero del doble de valor, 50 céntimos de peseta, es decir dos reales.
En el bar de un pueblo de la montaña de León se reunían todas las tardes los mozalbetes veraneantes de Madrid a echar la partida de cartas o dominó y aparecía siempre el clásico tonto del pueblo merodeando por las mesas de las partidas y pidiéndoles una moneda. Los mozalbetes se reían de él ofreciéndole que eligiera entre una moneda de real grande y una de dos reales pequeña. Siempre elegía la grande de real con las consiguientes risotadas y burlas de los “listos” madrileños. Al dueño del bar, que observó un día la escena, le dio lástima de su “tonto” paisano, lo llevo aparte y le dijo que lo estaban engañando y burlándose y riéndose de él, que cogiera la pequeña de dos reales, a lo que el “tonto” le respondió: “si cojo dos reales ya no se ríen más de mí, y se me acaba el “chollu”. Prefiero todos los días un real que no un día dos reales”.
¡Menuda lección!