Leibniz investigó el origen de la lengua vasca.
Si de entre todos los humanos hubiera que elegir el mejor cerebro, yo creo que Leibniz y Newton estarían empatados entre los primeros, por la sencilla razón de que los dos inventaron a la vez, y sin ponerse de acuerdo, el “cálculo infinitesimal”. ¡Vaya dos cerebros!
No obstante, Leibniz no tuvo tanto tino en lo referente a la búsqueda de los orígenes de la lengua vasca, a pesar de su dilatado intento aplicando la metodología del momento en sus investigaciones, durante más de veinte años.
En una de sus cartas de la amplia correspondencia que mantuvo con lingüistas e intelectuales, se lamenta de no tener una gramática y un diccionario de la lengua euskara. Eso hubiera facilitado su labor pues, por lo menos, hubiera encontrado la tierra roturada, valga la metáfora. Lo difícil es arar una tierra que nunca se ha arado.
Leibniz, desde fuera de las tierras vascongadas, observó la lengua euskara como “aislada” ya que no se parece en nada a ninguna lengua de las que él conocía, que eran varias, a pesar de la poderosísima influencia del latín en la formación de la lengua vasca.