martes, 18 de julio de 2017

La academia aprueba el imperativo "iros"

Hace años, cuando mis alumnos aprobaban el Curso de Orientación Universitaria, "COU", y pasaban a la Universidad, doy fe de que comenzaban la carrera, fuera de Letras o Ciencias con un alto grado de preparación en Lengua Española, dominando los principios de Fonología, Fonética, Gramática y Semántica, desde el sistema fonológico hasta el análisis y práctica de la más complicada sintaxis de las oraciones complejas. El curso no sólo era teórico sino práctico, y se tocaban durante el año todos los aspectos incluso escabrosos y discutibles de nuestra lengua.
Recuerdo muy bien, que todos los años alguien preguntaba por el imperativo plural del verbo "ir", ya que me planteaban que les sonaba a pedante la forma académica "idos".
Efectivamente, lo comentábamos y pasábamos rápidamente a otro asunto sin perder más tiempo:
Yo ejercía mi libertad de cátedra de la siguiente manera:
Según la Real Academia, la forma correcta por normativa académica es "idos" pero, la lengua la hacemos los hablantes y la lengua es algo vivo que evoluciona como viva que es, de manera que hoy día se ha llegado a generalizar la forma "iros" y es de esperar que los académicos rectifiquen y aprueben como correcta la forma "iros". No me cabrá nunca ese honor, pero si yo fuera académico lo estaría proponiendo constantemente y exponiendo las razones después de hacer una encuesta masiva para constatar un hecho que no haría falta demostrarlo con matemáticas.
Espero que mis alumnos de entonces lo recuerden.

Hoy veo en la prensa que por fin, los académicos lo han aprobado como tal, de lo que me alegro

Siempre conviene tener a mano el Diccionario de la RAE. Yo lo te tenido siempre, y tanto es así que hasta lo he pintado para inmortalizarlo en un cuadro junto con otros objetos materiales de mi preferencia: Mi viejo violín "Testore", mi botella de coñac vacía "Duque de Alba", un ejemplar del primer tomo del "Ulises" de James Joyce, que en aquellos días estaba estudiando, un partitura de Bach, y dos tarros vacíos como símbolo de la pureza del arte de la música: el arte de las formas puras. Todo ello con Luz, sin apenas sombras sobre un paño de color violeta.
Siempre tuve encima de mi mesa de estudio este ejemplar: la edición de 1970




En 1992 me regalé este lujoso ejemplar en seis tomos, edición de 1992.




Y ahí, entre el resto de los objetos, debajo, cruzado por el arco del violín, quedó inmortalizado:





domingo, 9 de julio de 2017

Conversación de ancianos en el paseo marítimo.

(Paseo marítimo ayer después de oírlos)


En uno de los bancos del paseo marítimo, encuentro todas las tardes, al anochecer, a dos viejos quizás un poco mayores que yo, sentados y charlando. Todavía no he encontrado la ocasión para charlar con ellos. Me encantaría. Hablan a voces y discuten de política.  No hay nada más entretenido que sentarse en el banco de al lado y escucharlos.  Ayer allí estaban, fumando a sus setenta y tantos años por lo menos, dándome envidia de mi mono todavía.
Ayer como casi siempre discutían. Por su conversación calculo que deben de ser votantes de Izquierda Unida, por lo apasionados del paisano Garzón al que tratan con esmero en sus conversaciones. Deben de conocerlo personalmente, calculo…

Pero ayer su conversación iba del “catalino Puidemón” y lo comparaban con Leopoldo López, el preso venezolano. Era para escucharlos. Era para haberles pedido permiso y grabarlos porque su conversación era para desternillarse de risa sobre todo con el colofón del más ocurrente, con su gracejo ceceante malagueño, refiriéndose al “Puidemón eze”  como le llamaba. Por otras conversaciones he concluido que trabajaron varios años en Cataluña: “Todos creían que era un cáncer de estómago y al final va a ser un “peo”…” Contuve la carcajada. Era para oírlo. Tomé unos apuntes con el teclado del móvil para un posible personaje de novela.. Ya veremos…

miércoles, 5 de julio de 2017

Hijo y nieto musicales.


Padre e hijo son “repes” en cuando al gusto por el cine y la música. Al nieto lo saco de Madrid desde que termina el colegio hasta las vacaciones de sus padres. En el viaje de venida me sorprendió:
-“Abuelo, qué suerte tengo en la vida”. 
Es un redicho. También me explicó lo que era un “sinónimo”. “Son dos palabras que significan lo mismo” -me dijo.Y tiene seis años.
No deja de sorprenderme en nuestra conversación:
-¿Por qué tienes tanta suerte en la vida? -le pregunté.
-“Porque tengo un abuelo que tiene piscina….”  -Casi suelto el volante con la carcajada.
Y seguimos charlando:
-¿Tu entiendes bien lo que son palabras sinónimas? -Le pregunté. A ver, dime un ejemplo:
Se quedó pensativo buscando:
-“Ya está -explotó gozoso- por ejemplo: “pollo y un pescado”
Casi nos estrellamos… pero concluí que tenía en la cabeza el pescado  “gallo”.









Hoy, su padre me ha dicho que le ponga esta piececita: un arreglo que ha hecho para piano de la música que más le gusta, y se ha emocionado escuchándolo. 







Padre e hijo se entienden con notas musicales y con películas.

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