Un maestro pamplonica del siglo XVII escribió tres libros y en el segundo dice que un tal “Tuual” trajo a España la lengua vascongada, y la trajo de Armenia. Enseñaba a los niños de su escuela que Armenia está en Asia, muy lejos. Pero se inventa que eso ocurrió hacía miles de años, muchísimos años antes de que Armenia se llamara Armenia. Así le daba más realce a sus investigaciones y conseguía más lectores de sus libros. Recuerda algunos libros antiguos, de más de cien años, de autores humanistas licenciados en Salamanca de donde saca algunos datos para afianzar sus asertos y otros libros y escritos aislados de los que tiene noticia pero se han quemado o perdido. Quiere dejar constancia de lo que sabe, aunque lo cuenta confusamente. Y a pesar de que de sus libros y legajos saca esas conclusiones tan contundentes, se hace un lío con el itinerario que siguieron los armenios que hablaban el primer euskara navarro. No se aclara si el tal “Tuual” realizó el viaje con “sus gentes”por mar o por tierra, o si entró por los Montes Pirineos o por Andalucía o por el Ebro, y cita el Bósforo, y otros puertos, ciudades e itinerarios diversos. Definitivamente da por zanjado que entraron por los Pirineos y cito textualemnte “adonde hallo mucha caça y frutasiluestre con que sustentar a sus gentes” (adonde halló mucha caza y frutas silvestres con que sustentar a sus gentes).
Si el método historiográfico de su tiempo partía de la consideración de la Historia Sagrada como punto de partida para escribir historia, se vio ineludiblemente obligado a enlazar su crónica con Noé, su arca y sus descendientes, evidentemente. ¿De dónde iba a partir si no? Además, un fraile tenía que dar el visto bueno para poder publicar su obra; y si no partía de la cronología del Antiguo Testamento, sabía que no se le dejaría publicar fácilmente. Así que tenía que entrar por el aro.
Los autodesignados historiadores modernos no hacen mucho caso de este maestro de escuela primaria. Seguro que este hombre olvidado adrede y apartado de la oficialidad intelectual actual tenía bien claro que la etapa más importante de la vida académica es la enseñanza de los primeros años de la infancia. Entonces algunos niños tenían la suerte de tener un gran maestro licenciado en Salamanca y en Roma que había viajado y había leído todos los libros de las bibliotecas por donde pasaba. Seguramente los niños lo respetaban y llamaban “Don Juan” a Juan de Sada y Amézqueta, quien publicó en tres libros “Historia apologética y descripción del Reyno de Navarra y de su mucha antigüedad, nobleza y calidades y reyes que dieron principio a su real casa (Pamplona, 1628)”, y en el segundo libro es en el que yo me he fijado para escribir esas líneas. Sólo le he encontrado un defecto, no al libro sino al autor, y es que le gustaban las armas y los explosivos y se entretenía disparándolas. Es de suponer que serían trabucos que no alargaban más allá de unos metros, pero al que pillara por delante seguro que lo hacía polvo. Las armas debería estar guardadas en museos sólo para recordarnos el mal que han hecho. Es más, ni en el museo, que hasta en el museo las puede cargar el diablo. Las diferencias sería mejor resolverlas a torta limpia o a puñetazos pero con guantes de boxeo. Seguiremos con el “euskarmenio”
El libro de Amézqueta se sitúa en el tubalismo, corriente historiográfica que considera que los vascos y también los ibéricos tienen orígenes míticos, pues este Tubal, caudillo armenio según el autor, era nieto de Noé e hijo de Jafet.
ResponderEliminarAmézqueta plantea, en efecto en el Libro II, que Tubal vino de Armenia para fundar el Reino de Navarra. Y realiza una hipótesis histórico-geográfica concreta sobre las dos rutas que pudo seguir para llegar al territorio. El basa su hipótesis en concienzudos conocimientos en Geografía, Cosmografía y otras artes Matemáticas que él poseía y que niega que el común de los historiadores antiguos poseyeran.
En el contexto de sus diversos comentarios sobre el origen armenio del vasco, esta fuente es sin duda importante para su teoría. Pero, no bastaría sin otros documentos o fuentes que aportasen consistencia histórica a la hipótesis de Amézqueta. El mismo, en el Libro II, cita a más de 30 autores antiguos ( historiadores romanos, Padres de la Iglesia, etc.) que dice que escribieron sobre los dos patriarcas relacionados, según él, con la fundación del Reino de Pamplona, Tubal y Pompeyo.
De los cinco nombres que se dio a la ciudad, el de Iruñea, toponimo vascongado, lo adjudica a Tubal ("Iruñea que es el que este Patriarca le dio en lengua vascongada que el mismo traxo a Espàña"), con lo que de ser cierto el origen de este caudillo de las gentes de Armenia, la filiación genética del armenio con el vasco, núcleo central de su teoría, tendría fundamento histórico.
Aunque Amézqueta presume de que sus conocimientos históricos y sus averiguaciones (mejor que investigaciones en sentido científico) son superiores a todos los más de treinta historiadores que menciona, han de tomarse con cautela sus afirmaciones.
Aporta datos que casan con su teoría del origen armenio del vasco, pero no deja de situarse como dije en el tubalismo, corriente historiográfica que ha tenido luego importantes desarrollos seculares.
Claro que sí, amigo anónimo. Hay mucha tela que cortar aquí. Ya he leído antes todo lo que he podido acerca de esta cuestión, incluso las tesis doctorales pronunciadas y defendidas sobre las posiciones oficiales, que todas se enfocan desde el mismo principio de las originadas por mi profesor Koldo Mitxelena. Recuerdo cómo a él y a su colega en cátedra de Salamanca, Dr. Don José Luis Pensado Tomé, no le casaba casi nada de lo que defendía y llegó a dudar de todo, pero siguió adelante con lo que después se ha aceptado oficialmente como ciencia irrefutable. A García de Góngora y Torreblanca, que así se llamaba el verdadero autor, y mientras no haya documentación fidedigna no hay por qué atribuirlo a nadie más, le sonaban tradiciones orales y desfiguradas y mitificadas, es posible, y las plasma envueltas con otras de diversa índole, pero ya son muchas teselas las del gran mosaico las que se van encontrado. Habrá que seguir escogiéndolas con primor y seguir encajando. No queda más remedio. Esto es amplio, y no se puede despachar en un artículo. Sólo he propuesto leves pinceladas. Gracias por su aportación, sin duda de provecho para muchos lectores de este blog. ¡Cómo me gustaría que los que anónimamente aportan algo se identificaran y pudiéramos avanzar juntos y discutir y rectificar y seguir y seguir…!
ResponderEliminarAmigo anónimo:
ResponderEliminarDesde que Anatoli Fomenko se atrevió a cuestionar la cronología de la historia oficial impuesta en occidente en su “tocho” de 700 páginas escritas en ruso, ha tenido sus detractores, pero sobre todo sus radicales defensores, haciéndose más “fomenkistas” que él mismo. Hay que leerlo con precaución porque la virtud suele estar en la mitad del “ni tanto ni tan calvo”. Contamos con una traducción al inglés, con la que no incito a tomar la teoría al pie de la letra, pero, por lo menos, sí para reflexionar un poco cuando hablamos y discutimos de historia, acerca de las épocas oscuras como la Edad Media teniendo muy en cuenta los cambios en el procedimiento de la medida del tiempo, sobre todo al pasar de unos calendarios a otros: de Julio César al Cristiano, y las mezclas de la leyenda con la crónica etc.
Estoy leyendo algunas opiniones de insignes intelectuales que no dudan de los detalles fonológicos, fonéticos, semánticos y sintácticos “investigados” acerca del pre-proto-vasco de hace diez mil años y sin embargo dudan de aseveraciones tan contundentes escritas y revisadas y corregidas en libros no incunables sino de imprentas modernas de este siglo XVII, aunque teñidas del envoltorio literario de nuestro siglo de oro.
Pues no te creas que es un detalle nimio, porque precisamente “vasken” en armenio antiguo significa “majestuoso, augusto, regio, con hidalguía”. La denominación “vaskenes, vaskones” se refiere a un pueblo de gentes con orgullo de pueblo linajudo. No adelantemos extremos que hemos de constatar. Simplemente podemos preguntarnos por la primera denominación de “vascones” que legendariamente se atribuyó a historiadores clásicos, pero que también es de origen medieval. Ya asentaremos detalles como este. Un saludo
ResponderEliminarHe observado que hay autores que pasan sobre la “leyenda de Tuual” como si no fuera digna de consideración. Es lógico que unos hechos que en el siglo XVI hacía cinco o seis siglos que habían sucedido, la tradición oral los desfigurara, los poetizada, cambiara nombres incluso, tratara de dignificarlos y adornarlos etc.; pero que responde a un trasfondo cierto no me cabe la menor duda. La tradición de la venida de armenios a España-Francia se repite en distintas crónicas contemporáneas de nuestro siglo de oro literario, aunque este no es argumento contundente refuerza una línea de investigación. Lo que es más difícil de aceptar es que esas tradiciones orales se mantengan durante diez mil años con dudas de si los armenios entraron por Andalucía y Portugal, o por las costas Mediterráneas hasta los Montes Pirineos.
ResponderEliminarEl primero que recoge esa tradición oral de “Tuual”, o “Tubal” como se designa ahora, para dejarla por escrito, es Jiménez de Rada a principios del siglo XIII. Y hasta ese momento ya ha habido tiempo de desarrollarla durante tres o cuatro siglos, y darle la impronta de elemento de la Historia Sagrada, que es como en esa época, todavía teocéntrica, se pasa todo por el tamiz bíblico. Si algún lector de este blog sabe si la mienta algún autor anterior a Jiménez de Rada, apodado "el toledano" a pesar de que era navarro, le ruego que me lo indique, pues yo no la he detectado antes.
ResponderEliminarEn las "Antigüedades judaicas" (I, 6,1) de Flavio Josepho, se refiere que Túbal, hijo de Japhet había llegado a Hispania. Esta información de Josepho adquiere predicamento en España, y a su difusión y vigencia contribuyó mucho la "enciclopedia" (Etimologías) de San Isidoro, que la incluye sin cuestionarla.
EliminarComo era de suponer los historiadores españoles reelabaoraron la breve referencia isidoriana, p.ej. Ximénez de Rada en su crónicón (De rebus hispanae,Cáp. III).
La filóloga Lida de Malkiel tocó el tema en un ensayo monográfico interesante: "Túbal, primer poblador de España", en Ábaco, 3, 1970.
El tubalismo, aunque trufado de historia y leyenda sagrada, es uno de esos ríos históricos que todavía lleva agua y suena.
Según lo que yo sé, que siempre es poco, Jiménez de Rada tiene el gran mérito de observar contradicciones en las leyendas, tradiciones orales y cronicones que le llegan a él para tratar de redactar su Historia. Hemos de tener en cuenta que él utiliza crónicas que hacen referencia a otras crónicas, y estas a otras que dicen lo que San Isidoro supuestamente escribió, por ejemplo. Este vasco-navarro, llamado “El de Toledo” por motivos por los que no nos vamos a extender, trataba de justificar la unidad del reino de Castilla y León, pero ahí ya nos adentraríamos en algo en lo que yo no he entrado: la historia política de España. De momento sólo me he dedicado a observar los aspectos lingüísticos, los políticos se los dejo a los historiadores. No obstante hemos de recordar que entre el 1300 y el 1500 se forjan lo que se considerarán verdades y que llegan hasta el siglo XIX, como por ejemplo la batalla de Arrigorriaga. De la leyenda de la batalla de Arrigorriaga hay varias versiones. Hace referencia al siglo IX, pero esto se escribe en el siglo XV, o sea que habría que desmitificarla y retrasarla, incluso, considerablemente. Las fuentes son del supuesto Conde de Barcelos de mil trescientos y pico, y de Lope García de Salazar del mil cuatrocientos y pico.
ResponderEliminarCon el mito de Arrigoriaga los armenios pobladores de la Navarra incipiente se arrogan algo que tenían muy fundamentado pues habían huido de la muerte a manos de los últimos selyúcidas y otros perseguidores anteriores, y siempre tuvieron muy a gala considerarse los hombres libres, no pertenecientes a los siervos de la gleba europeos que se encontraron aquí, que eran esclavos de sus señores –tengamos en cuenta que el oficio fundamental era de hombres libres que cobraban dineros a destajo por piedra labrada en las logias, (cobertizos al lado de las catedrales), ya que los armenios que se establecieron aquí eran grandes canteros, especialistas escultores de la piedra, y grandes carpinteros, maestros del corte de vigas rectísimas con el hacha; y de cortar con gran precisión gruesos troncos. Y además de libres, fuertes, musculosos, hercúleos, gigantes, como se le atribuye en las leyendas de Túbal, levantadores de piedras cilíndricas para construir los pilares y columnas, y palalelepipédicas como sillares de muros y que en el último momento ya no funcionaban las palancas sino los músculos de brazos, piernas y cuello para asentarlas con precisión al fabricar los gruesos muros de las construcciones. Desde la Edad Media hasta ahora se han conservado estas tradiciones como deportes dominicales en las plazas de los pueblos.
ResponderEliminarPor cierto, la palabra “plaza” y ya voy a lo mío, que es la lingüística, la perdieron en su idioma armenio, y georgiano y se tomó la palabra romance, “plaza” del latín vulgar “platia” que es lo mismo que “platea”. Creo que en euskara se dice platza”. También, de esta época que comienza la Edad Moderna arranca la leyenda desarrollada posteriormente del vasco-iberismo forjada también en la leyenda inspirada en el libro del Génesis de la Biblia de San Jerónimo y que ya está totalmente abandonada por los lingüistas de distintas escuelas. La leyenda de Túbal es leyenda, pero hemos de darnos cuenta de que en esta época religioso-teocéntrica, fundamentar con los libros canónicos era un “marchamo” de autenticidad y recoge resumida la venida de caucásicos durante largos periodos durante la Edad Media y no antes.
ResponderEliminarAh, bueno, otra cosa que comenta usted, muy interesante es la referencia a F. Josefo. Tengamos en cuenta que a partir del siglo XVI se le atribuye una antigüedad de 2000 años, prácticamente contemporáneo de Jesucristo y se utilizan sus supuestas obras sobre todo para justificar el carácter histórico de la existencia de Jesucristo. Bueno, ya se utilizaban las tradiciones que contaban sus escritos desde la Edad Media también. Pero estos escritos son transcripciones de transcripciones, y de suposiciones de los libros que verdaderamente escribió. Que yo sepa no existe ningún documento escrito por Flavio Josefo. Todos son escritos a partir de la Edad Moderna haciendo alusión a escritos antiguos conservados en transcripciones y traducciones. ¡Cómo me gustaría encontrar un escrito original de Flavio Josefo para comprobar lo que de verdad escribía!
Un saludo.
Sería interesante analizar las palabras comunes entre vasco y armenio actuales para determinar si todas ellas corresponden a un periodo concreto de la cultura humana. Es decir, para poder englobarlas en el estadio cazador-recolector, nómada o pastor o sedentario-agricultor.
ResponderEliminarA primera vista, me extraña sobremanera que (siguiendo la cronología oficial) no encontremos una denominación común para calle o plaza. El "agora" griega era, según la HO (Historia oficial) muy anterior y no podemos imaginarnos culturas antiguas sin calles o plazas urbanas.
Ahora bién, si seguimos la ruta marcada por la nueva cronología fomenkiana, tendremos que la llegada de los armenios hace ocho o nueve siglos es, en realidad, la colonización íbera de la HO, datada por ésta hace casi seis mil años.
Sería una colonización compuesta de nómadas en pequeños grupos que realizarían asentamientos en las costas, a quienes la idea de ciudad o asentamiento urbano no les sería familiar. Es decir, que las primeras ciudades todavía no habrían aparecido en la Historia humana.
Resumiendo, cuando llegan los armenios, hace o nueve siglos, no existirían aún las ciudades. Por éso no hay palabras en vasco que se refieran a ellas.
Por lo demás, en ruso, "plaza" se dice "площадь" (ploshad). Obsérvese su similitud fonética. También hay un verbo con el significado de "enterarse", "estar al tanto", "curiosear". Dicho verbo es "плошать", es decir, "plazolear" "ir a la plaza a enterarse de las cosas".
De "площадь", transmitida oralmente, quedaría nuestra palabra "plaza". Y esto tendría lugar durante el Imperio de la Horda fomenkiano, o lo que es lo mismo, la llegada de los godos, algún tiempo después de los armenios, primero, y de los vándalos y alanos, tras ellos.
Obviamente, escribo ésto por si les interesa el punto de vista de la Nueva Cronología. Muy consciente soy de que sonará como si fuera chino.
otro parmenides/burbuja.info/Crónicas fomenkianas
No suena a chino, no, amigo fomenkiano. En la ciencia todo es revisable. No vamos a cometer la estupidez de considerarnos “galileos” incomprendidos por nuestros contemporáneos “doctores” oficiales. Es evidente que nosotros “vamos por libre”. Es la grandeza y humildad de nuestra libertad para no tomar como dogmas absolutos ni siquiera postulados tan indiscutidos como la evolución del grupo “t+yod” de la fonética evolutiva desde latín vulgar “platea” > “platja” > [platsa] >plaza.
ResponderEliminarDedicaré mi tiempo para tratar de investigar su sugerencia. Lástima que me llevará tiempo por no ser un buen lingüista y no dominar cincuenta o sesenta lenguas, que sería el ideal. Repasaré los apuntes de lingüística indoeuropea para comprobar los extremos que usted propone. Muchas gracias. Un saludo.
No obstante, La palabra “plaza” puede ser un punto inicial de investigación por las curiosidades que presenta:
ResponderEliminarLa ciencia lingüística evolutiva según los cánones del siglo XIX, la suele despachar observando dos fenómenos lingüísticos, “grupo p+l inicial”, y “t+ yod”, anotando las soluciones de esa evolución en las distintas lenguas románicas. Pero el profesor Pensado Tomé, nos decía en clase, citando a Lausberg, que palabras como “plaza”, (portugués “praça” ) se suelen tomar como cultismos y despacharlas sin más consideraciones, ya que tendría que haber evolucionado a “llasa”, pero no hay que dejarse llevar por el camino fácil y es preciso profundizar en su estudio y rastrear todas las conexiones que a lo largo de la historia pueden haber tenido., utilizando todas la ciencias auxiliares para su comprensión y estudio. “La aclaración es de incumbencia de cada palabra”, cito a Lausberg; y no se puede despachar sin mas metiéndola en el saco de todas las palabras de similares características. Por eso su sugerencia de estudio es valiosa al traer a colación “plotshëd” ruso, y creo que semejante en otras lenguas eslavas, como regiones de Ucrania y Cáucaso del norte.
Desde luego, para empezar, consideremos que en Castellano no hay documentación de la palabra “plaza” hasta mediados del siglo XII., y que en francés, catalán, y galaico-portugués son cultismos muy modernos, ya que sus palabras patrimoniales derivaban en esas tres lenguas, y en el catalán del latín “cuadratum”. Sin embargo, en Castellano, saltándose todas las leyes fonéticas, sobre todo en lo referente a la palatalización inicial, conserva hasta hoy ese grupo consonántico inicial, igual que en euskera. Así que no puede ser un típico cultismo entronizado en el Renacimiento. Para empezar hemos de decir que una de tres: o el Euskera presta la palabra al Castellano,;o el Castellano la presta al Eusquera; o es concomitante el comienzo del uso de la palabra “plaza”. Seguiremos comentando. Un saludo.