lunes, 24 de febrero de 2014

Los escritos en enigmática y supuesta lengua primitiva prerromana.

El uso del plomo como material de múltiples aplicaciones  en la construcción, desde antes de la Edad Media, no hace falta  perder tiempo en documentarlo, porque  es muy sabido que fue usado para fabricar cañerías; y en la Edad Media fue utilizado para impermeabilizar techumbres e incluso fuentes, dada su abundancia y ductilidad. Se almacenaba en láminas de distintos tamaños y se enrollaban para transportarlo rodando, por su gran peso.
Los pequeños recortes sobrantes  valían para apuntar distintas cosas en las construcciones de piedra como si fueran libretas. Era el material ideal pues con un simple punzón de hierro se incidía dejando escritura indeleble en la superficie.
Así, los canteros, bajo la supervisión del maestro constructor, iban apuntando  con su marca individual de cantero, cuantas piedras iban terminando. Una  vez cobrado el destajo ya se tachaban las marcas que indicaban con detalle el número de piedras labradas a destajo.  
Este es el motivo por el que  raramente aparecen dos signos de cantero juntos en el plomo, ya que los distintos canteros de la logia iban apuntando según iban terminando cada piedra labrada y desde que apuntaba una piedra terminada  hasta la siguiente, otros canteros habían apuntado las suyas correspondientes.
Estos recortes de plomos con tales signos escritos se ha creído que eran letras de alfabetos milemarios, pero no… no lo son. Son marcas de canteros. a pesar de que Gómez Moreno o Caro Baroja dedicaran años y años  a descifrar su significado  sin ningún resultado. Ya se pueden hacer tesis doctorales y escribir ensayos que nada se encontrará del supuesto idioma prerromano escrito. La imaginación es libre y puede inventar hasta oraciones a dioses primitivos escritos con esas marcas. El vasco-navarro José María Lacarra, que fue discípulo de Gómez Moreno en Madrid, nada nos dice al respecto en lo que yo sé, porque suponía que su maestro estaba en lo cierto de sus investigaciones tratando de descifrar alfabetos  multimilenarios, y no querría inmiscuirse en tan arduo y estéril trabajo. La ventaja que tenían esos plomos es que una vez utilizados se podían fundir con fuego, para volver a convertirlos en láminas nuevas.
Para apuntar el trabajo a destajo empleaban cualquier metal  para que no se pudiera borrar una vez escrito con incisiones y tampoco hubiera  equívocos una vez tachados con una raya. En esta segunda línea permanecen sin tachar varios signos: señal de que no los habían cobrado cuando se perdió este apunte.

Cuesta ser detractor de Gómez Moreno, de Caro Baroja y de Domingo Fletcher Valls, que son los que más empeño pusieron en descifrar los signos de los plomos... Pero... nada. No consiguieron nada de nada... después de años de esfuerzo en su línea de intentar descifrar escritura ibérica prerromana. Antes de los romanos, en nuestra península no había más que salvajes y semisalvajes ágrafos ocupando los vanos  cercanos a las riberas de los ríos. Lo demás era una selva... Y los civilizadores, con sus métodos contundentes, fueron los romanos; y cuando cayó el Imperio Romano, continuaron civilizándonos con métodos culturales y artísticos, los asiáticos. Sin ir más lejos, en el siglo XVI, -anteayer como quien dice-  todas las llanuras secas de Toledo eran selvas  de árboles centenarios y jardines naturales... Está documentado en nuestra Literatura.

Los plomos de Mogente o de otros lugares del Noreste de España sobre todo, y del resto de los lugares donde han aparecido no son ni ibéricos ni  prerromanos sino que proceden de las logias medievales de los casi 2000 edificios, iglesias, catedrales, palacios, castillos  y monasterios que se construyeron durante la Edad Media. No son letras de ningún alfabeto extraño e ignoto aunque muchos de los canteros procedieran de Asía, y más en concreto de Georgia y de Armenia sobre todo.

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