jueves, 3 de julio de 2014

Competir en arte.

Hoy, el periodista de León, Eduardo Aguirre escribió un texto  como pie de foto de un autorretrato de Van Gogh, que me pareció soberbio:
"Con Vicent
Me gusta mucho este autorretrato de Van Gogh, patrón de los perdedores. Hace ya años, un escritor leonés me dijo un tanto desconcertado, en presencia de su mujer y de la mía, que no comprendía mi rechazo a premiar a mis amigos en los concursos a cambio de que ellos luego hiciesen lo mismo conmigo. "Es lo normal", me dijo. Y le contesté: "no puedo hacerlo, pensaría en que ese autor que he dejado sin premio para dárselo a un amigo mío podría ser Van Gogh, un artista en la cuerda floja emocional, cuyo ser o no ser estaría dependiendo de que yo fuese justo con su obra en mi decisión". Se hizo un silencio. Desde aquel día nos distanciamos. A él le ha ido muy bien de acuerdo a las reglas de su mundo. No es un mal tipo, pero su proceder, convertirlo todo en relaciones personales y favores mutuos creo que contribuye a que en la cuneta queden aquellos que, simplemente, necesitan que seamos justos con su obra, ni siquiera con ellos."

Y yo contesté lo que me salió al momento, sin pensarlo:

Soberbio texto. Enhorabuena, por el significante y por el significado.

 No obstante, creo que el arte no es la cancha más idónea para competir en nada. La competición es mejor para el deporte que sustituya y canalice el veneno innato de la guerra y del "zánatos". La creación artística en todas sus modalidades creo que es mejor exponerla a secas y que cada cual la valore según sus preferencias subjetivas sin alharacas ni aspavientos y se goce de ella para mejor sobrellevar la dura existencia al que le resulte dura, y al que le resulte blanda que distribuya el gozo. Saludos maragatos desde Málaga.

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