“A mí, la gente en la calle me pregunta…” Este dicho es un tópico manido que los que quieren hacerse notar más, como artistas y políticos, lo repiten y repiten sin darse cuenta de que hacen el ridículo. A varios de los que se lo he oído, a veces los he encontrado en la calle, en una terraza de Madrid y hasta entrando en un hotel de Málaga. La gente ha pasado “pacá y pallá” y nunca, nunca he visto a nadie que se les acercara para preguntarles algo, para recomendarles lo que tienen que hacer o simplemente para felicitarles por lo que han hecho o dicho. Todo lo más, y con discreción, he observado susurrar con quien iba a su lado: “Mira, aquel de la chaqueta cual es fulano de tal”; con discreción y bajando la voz.
También, y puede ser casualidad, los que dicen estas cosas son hombres. Es curioso. No he oído a ninguna mujer decir algo así.
Estaba leyendo en la prensa que el cineasta Trueba dijo algo semejante. Por lo menos, este parece algo más listo y evitó el “por la calle”, sólo ha dicho: “Lo que sí me preguntaba la gente es cosas como «oye, al final a Resines ¿le matan los nazis o no, o qué le pasa?”
Al parecer, en una ocasión quiso hacer publicidad con exabruptos como “no me siento español” y tonterías semejantes. Esa manera de hacerse publicidad con exabruptos está muy trasnochada y solo encajaba en un genio del arte como Dalí.
Si la “gente” -palabra tan nuestra y últimamente tan manoseada- no va a ver su última película será porque quienes la han visto no dan buenas referencias, y eso corre como la pólvora. Además, cómo no va a sentirse español si nació en España. ¿Se va a sentir alemán? Que no, hombre, que no.
Si alguien que comparta gustos cinematográficos conmigo ha visto su película y le ha gustado, que me lo diga, que entonces miraré la cartera y, si me sobra, iré a verla, si no, no. Lo demás, tonterías…
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