viernes, 27 de diciembre de 2013

ZANAHORIA, etimología en estudio.

 Para comenzar, hemos de tener en cuenta que no tenemos ningún documento en que aparezca hasta  final del XIV, o principio del XV. En la literatura o diplomática medieval no la he encontrado nunca. Hay que rastrear, por si acaso, en los tumbos y los fueros, pero creo que no vamos a tener resultados... No obstante, mientras no se demuestre lo contrario, vamos a sentar como fidedigno el final del XIV. El fonema inicial con grafía “ç” corresponde a una fonética “dentoalveolar fricativa sorda” que con el devenir de la aglutinación de las sibilantes medievales deriva  a la “dental fricativa” representada actualmente por nuestra “zeta”: “çanoria”/çahanoria.  ¿Por qué no podemos pensar en la palabra armenia actual  “գազարի” que se lee “gazari”. Necesitamos un lingüista armenio especialista en gramática histórica armenia en la época en que venían armenios a construir catedrales a Europa, tres y cuatro siglos antes de que aparezca escrita en castellano: “çanori”/çahanori/ çahanoria. 

Nuestras sibilantes medievales fueron ocho: Cuatro fricativas y cuatro africadas, y a su vez, cada uno de los grupos, contó con dos dentoalveolares y dos prepalatales. Y para entendernos en román paladino, derivaron y se ajustaron al final de la Edad Media en nuestra "zeta" y nuestra "ese"una interdental fricativa y una dentoalveolar fricativa sorda.

Que en la segunda mitad del siglo XII y primera mitad del XIII, es decir, que en un siglo se construyeran en Francia   casi cien catedrales sigue siendo un fenómeno sin explicación, porque en Europa no había mano de obra especializada ni en la labra de la piedra ni en la escultura, ni en el corte de madera, en una cantidad tan ingente y repentina. Tantos especialistas tuvieron que venir a Europa de fuera, de donde hubiera ya tradición de construcciones gigantescas. Sólo es coherente que ese personal viniera con los cruzados al principio y con los templarios durante ese siglo en el que se acumularon tantas y tan complicadas construcciones. Por otra parte eran los templarios, con grandes capitales acumulados los que subvencionaban dichas construcciones. El problema es que todavía nadie ha encontrado documentación de la que se puedan extraer datos pormenorizados. Tenemos que recurrir a múltiples ciencias con las que seguir rebuscando teselas del gran mosaico desconocido pero existente sin ninguna duda.

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