miércoles, 20 de noviembre de 2013

Fernando Vallejo y el premio Cervantes


Dice el escritor Fernando Vallejo que el premio Cervantes es miserable, porque lo entrega  “ el tipejo borbón, asesino de animales”. (1)

¿Será verdad lo que dicen las revistas? Desde luego, yo vi al Rey por la televisión diciendo que “no lo volvería a hacer”, pero no pude saber a qué se refería. Por otra parte, de lo que se vea virtualmente a través de una pantalla, vete tú a saber... Yo, por lo menos, tengo que comprobar, in situ, para creer, como Tomás el de la mano en el llaga, no vaya a pasar lo que con aquel periodista que hacía crónicas de guerra en primera línea de batalla con fotos y todo, y resultó que las escribía desde un lujoso hotel a miles de kilómetros. Ya dudo hasta de que el Rey exista y sólo sea una entelequia para tener entretenidos a los contribuyentes. Desde luego yo no lo conozco. Nunca ha tenido la ocasión de saludarme.

Pero, no sé por qué me entretengo con eso, si yo, a lo que iba era a otra cosa: a lo que dijo Vallejo a propósito de Miguel de Cervantes, que había sido “un hombre de alma grande” a quien están degradando al poner su nombre a ese premio literario.

En total desacuerdo, amigo Vallejo. Por lo que consta en los archivos, de alma grande nada. Yo atribuyo alma grande a Sor Teresa de Calcuta. ¿Pero Cervantes...? Cervantes fue un sinvergüenza de tomo y lomo, que iba saqueando por los pueblos de España; y al que se le resistía, sablazo limpio. Está documentado hasta algún crimen a sus espaldas.

Un perfecto “hideputa” como llamaba él a los que se le oponían. Vamos, que el prólogo de las Novelas Ejemplares no se lo cree ni el niño más inocente. Lo que es cierto es que se marchó sano rumbo a Lepanto y volvió sin una mano. Lo que también consta como cierto es que lo trincaron los moros y lo tuvieron preso en las mazmorras, y ya sabemos cómo se las gastaban los moros con quien lo pillaran robando. Y el colmo de la “hijoputez” fue que se aprovechó de la candidez de un frailecico mercedario (2) que se ofreció a  sacarlo de la mazmorra inmunda  entrando él a sustituirlo. 

En todo caso, alma grande la del misericordioso mercedario.

Lo que fueron grandes fueron sus obras literarias, sobre todo la universalmente leída; no confundas. Y del Quijote de Avellaneda -“cuidao”-, habría mucho que hablar, que cuanto más se profundiza, más parece otra obra suya, de la que si fuera cierto, nada sabemos de sus intenciones ocultas, pero sería con la que reduplicaría la demostración de ser el perfecto novelista impostor, el mejor de nuestras letras, sin lugar a dudas. Yo no lo he podido demostrar todavía, pero estoy convencido de que fue él mismo el autor del Quijote de Avellaneda.

No todos por supuesto, pero entre los nuestros, han abundado y abundan grandes escritores, eso si, pero unos perfectos sinvergüenzas.
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(1) http://www.elespectador.com/noticias/cultura/el-premio-cervantes-miserable-dice-fernando-vallejo-articulo-459259

(2) Mercedario y no Trinitario. Según los apuntes de clase del Dr. Alberto Navarro, en la Universidad de Salamanca. Aunque las dos órdenes religiosas se dedicaban entre otras cosas a la redención de cautivos, los que  profesaban el cuatro voto eran los Mercedarios.

2 comentarios:

  1. Por columnas peores que esta - una a la semana, eso sí - a Reverte le pagan un sueldo.

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