domingo, 4 de agosto de 2013

Amigo Tomás:


Algún lector ya ha abandonado el agnosticismo y se ha convertido en ferviente panteísta.
A mí siempre me fascinó la obra de Spinoza en aquellas bibliotecas salmantinas. Esa esencia o sustancia según su propia terminología, que se crea a sí misma infinitamente... que con el sólo instrumento de su pensamiento llegó a concebir sin física, sin química, sin matemáticas y sin informática, casi cuatro siglos antes que Stephen Hawking, por pura intuición aunque expresada con lenguaje distinto... 

Pues otros cuatro siglos atrás, el protagonista Martín, ya había llegado a las mismas conclusiones desde que conoció las piedras horadadas de Karahung. Pero a la vez llega también  a la conclusión de que tener razón con antelación es lo mismo que no tenerla. Quizá por eso el héroe no es tal, no es un héroe novelístico al uso que triunfa en el amor, en la guerra o en la vida, y lo paga muy caro... Te deseo que esa “meditación” no sea torturante sino que sea tu mejor pasatiempo...  Dos abrazos.

Respuesta al mensaje de 
Jesús, te juro por todos los dioses (aunque soy agnóstico) que cuando vuelva a la normalidad, meditaré todas tus ya treinta y siete (y las que vengan) entradas.
Un abrazo.
Tomás

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