viernes, 12 de noviembre de 2021

La parra

 




Siempre quise tener una parra y en los pisos en los que había vivido era imposible cultivarla en un tiesto. La ventaja de una casa con un trocito de jardín es sobre todo que puedes vivir rodeado de plantas.

La verdad es que hay que tener paciencia y adentrarse en el mundo del cultivo, porque además, solemos tener la apetencia de estar rodeados de varias especies sobre todo ornamentales, amén de los tiestos en ventanas y otros lugares que hacen que la vista se recree.

No queda más remedio que coger un manual y estudiar un poco, tipo de tierra, clases de abonos, siempre para estos menesteres que sean minerales porque los animales ya los probé una vez y producían demasiados insectos, Y los que no estamos acostumbrados a verlos entre la tierra nos producen siempre un poco de “repelús.

Pero la planta más socorrida y más agradecida creo que es la parra. Solo hay que pedirle a alguien que tenga parra, cuando la pode que te regale un trozo de palo resultante de la poda, que tenga algunos nudos. Se clava en el suelo, se riega y no hay que hacer más, la naturaleza se encarga del resto y crece y crece hasta hacerse una hermosa parra, que además de dar sombra da uvas para toda la familia y también para regalar. Aquí está la muestra. Da guste verla crecer todos los años y cómo aumenta el tamaño de los racimos. Es una maravilla.

No contentos con esto, como al llegar el invierno, hay que podarla para que surja con fuerza nueva en la primavera, a finales de enero, o principios de febrero, el resultado de la poda, todos los palos llamados sarmientos en vez de tirarlos a la basura, se colocan en un rincón y sirven para encender la chimenea, placer sin igual sobre todo para los que nos gusta estar leyendo un libro al calor y olor del hogar en el invierno.





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