El verbo “abdicar” es un cultismo de reducida frecuencia. Si fuera palabra patrimonial usada no sólo en círculos restringidos sino de uso familiar, hubiera evolucionando a “adegar”.
Es decir: la transitividad latina la conserva intacta en romance. Si bien, el significante está más o menos claro, lo que es más compleja es la evolución del significado, que se escapa a cualquier reglamentación de ley lingüística, porque, si en latín clásico significaba “desheredar” -justamente lo contrario-, en latín tardío significó renunciar, pero conservando su gramaticalidad transitiva. La “regencia” de una preposición a elegir es cosa del romance tardío.
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